marzo 19, 2007

Herramienta Esteatopigia

Por mucho tiempo, los críticos y teóricos del arte han llamado "arte antropológico" a aquellas prácticas que en el arte contemporáneo, obtienen sus referentes de formas culturales originarias, tanto históricas como actuales, allende la civilización "moderna-occidental". Desde esa perspectiva se ha identificado como artistas antropológicos a una infinitud de creadores que basan sus obras en expresiones formalmente cercanas al arte primitivo, de cualquier época y lugar. Es decir, usando en su trabajo tanto los modos como las iconografías de ese arte, estos artistas se han ganado el derecho de ser considerados una especie de investigadores antropológicos.

Si bien es cierto que la antropología, junto a la arqueología , ha tenido como objeto de estudio a las comunidades primitivas, eso es sólo el principio del gran estudio antropológico, el cual apunta al discernimiento del hombre en general, sin importar el tiempo o la condición cultural en el que éste se encuentre. Todo estudio que comienza en la tribu, no es sino el origen de una investigación que intenta comprender las claves y los móviles de lo humano como un todo. De esa manera, la tribu deviene en pivote o trampolín que enlaza al hombre tribal con el ser humano en su sociedad tribal contemporánea. En este punto, cabe evocar las preguntas fundamentales que se ha hecho la antropología desde sus inicios: ¿qué es el hombre?, ¿de dónde viene el hombre?, ¿a dónde va el hombre? y estos cuestionamientos, que realmente constituyen uno solo (referente al hombre íntegro, cargado de tiempo histórico en sus respectivos estados temporales -pasado presente, futuro-) nos dan la certeza que tenía Max Scheler cuando afirmaba que "el hombre es un animal teleológicamente fundado, un ser proviniendo de su pasado que, desde el ahora histórico, se proyecta hacia un más allá, intentando preverlo y controlarlo"; un ser en constante proyección, capaz de trascender la inmediatez de su vivencia y erguirse en busca de su propio horizonte.


Muchas veces, las denominaciones de arte antropológico, entendidas del modo mencionado al inicio, no han sido sino una visión simplista que en lugar de ayudar a los creadores en cuestión, tiende a limitar la lectura de sus obras en pos de considerarlos a ellos mismos artistas primitivos y esto ha dado lugar a que personas inescrupulosas, "enganchados" en esa definición, tiendan a manipular signos del arte aborigen de cualquier lugar sin ningún otro propósito y cuestionamiento.
Herramienta Esteatopigia, es un ejercicio antropológico que pretende dar una visión humana cercana a la antropología en su dimensión científica. Un intento de enlazar el fluido del tiempo histórico por medio del móvil y causa de la historia: el hombre.

Consistente en un grupo de pequeños objetos realizados tomando como referente a las llamadas Venus paleolíticas, hemos adosado a cada objeto un mango o empuñadura para permitir que las estructuras integrales resultantes referencien a otro objeto, pero de la modernidad: los juguetes sexuales. Así, establecemos un diálogo en el tiempo sobre aspectos fundamentales de lo humano como la sexualidad, lo reproductivo, lo ético, lo estético, lo religioso, etc. Estos “dildos” serán expuestos en pequeñas cajas, evocativas de los actuales estuches de ventas de productos, que llevarán en su interior manuales donde se especifican y comentan temas como la función, el valor del objeto, el concepto de ergonomía, etc.También se incluirán imágenes y explicaciones relacionadas con la Venus misma, según el caso. Cada estuche mostrará en su tapa la inscripción “Herramienta Esteatopigia”, a modo de sello comercial.

Existe bastante documentación visual sobre estas pequeñas figuras, así como interpretaciones sobre la función supuestamente cumplida en la comunidad humana del período paleolítico; sin embargo, pensamos que aún existen interrogantes al respecto y es ahí donde pretendemos propiciar el diálogo.

Siendo artistas, y concretamente en mi caso, escultor, siempre me ha llamado la atención el tamaño en el cual fueron esculpidas estas figuras (por ejemplo, la Venus de Willendorf tiene unos doce centímetros de altura). Sabiendo lo difícil y ardua que es la técnica de la talla de la piedra y teniendo en cuenta los recursos tecnológicos de esa era, no puedo menos que dar relevancia a la escala asumida para la realización de estas esculturas; ya que es infinitamente mas viable realizar una figura en piedra de un tamaño mayor que el de las Venus. En consecuencia, la pregunta se hace obvia, ¿qué pretendía el hombre prehistórico al afanarse a estas pequeñas escalas, en sus representaciones? Algunos investigadores han especulado que pudieron ser amuletos para llevar consigo o, por el contrario, componentes integrantes de especies de altares (se han encontrado tanto en asentamientos al aire libre como en cuevas); o que, simplemente, constituían símbolos respecto a la importancia de la mujer para la supervivencia de la especie. También hay quienes argumentan un uso como instrumentos de penetración en ritos de fertilidad. Sin embargo, esta última es una hipótesis a la que no se le ha dado demasiada importancia.


¿Y qué tal si eran todas esas cosas a la vez, es decir, elementos poli-funcionales de la cultura paleolítica? ¿cómo cambiaría esta conjetura nuestra percepción sobre nosotros mismos hace veinte mil o treinta mil años atrás? No obstante, no hay manera de corroborar exactamente el tipo de función de estas estatuillas en su contexto histórico por lo que cualquier teoría argüida no pasa de ser una mera hipótesis carente de autenticidad científica. Entre otras razones, debido al enorme período de tiempo transcurrido, el cual impide encontrar elementos que permitan la contrastación en pos del hallazgo de pruebas definitorias.

Como sabemos, los períodos extensos de tiempo anteriores al surgimiento de la escritura, son extremadamente difíciles de documentar y quedan sometidos generalmente al juicio de los investigadores, cuyos análisis, cargados de subjetividad, no pueden menos que tender a la interpretación simbólica. A pesar de ello, sabemos la relevancia concedida por el hombre prehistórico a la sexualidad, a propósito de la frecuencia de representaciones donde se le da preeminencia al falo y la vulva, algo que se puede verificar, por ejemplo, en los llamados antropomorfos paleolíticos.
De lo que sí podemos tener certeza, es de la enorme importancia de estas figuras para el hombre primitivo, fuera cual fuera su función, en razón de la cantidad encontrada y de la gran difusión geográfica de los hallazgos. A fin de poner algunos ejemplos, podríamos mencionar, entre otras a la Venus de Willendorf, las Venus de Dolni-Vestónice, la de Lespugue, de Savignano, de Menton, de Malta, de Grimaldi, de Avdeevo, la Venus Impúdica, etc.


Otra característica común a la mayoría de ellas, a parte de la escala, es la estructura abultada y exuberante de los rasgos femeninos, lo que llevó a los arqueólogos, desde el inicio, a llamarlas Venus Esteatopigias, término de origen griego que significa "grasa en los glúteos" o "gordura controlada". También es recurrente la carencia de signos faciales, donde la cabeza se muestra de forma esférica u ovalada en unos casos y puntiagudas en otros, pero siempre mostrando una intención en sus configuraciones que privilegian el remate de terminación suave y “amable”. En el caso concreto de una de las Venus de “Dolni-Vestonice” (la conocida como Venus bastón), por ejemplo, podemos apreciar un desprendimiento de cualquier vestigio humano, revelándosenos una figura axial constituida de una vara central, casi fálica, a la que se le han agregado dos elementos laterales evocativos de senos. Esta Venus, específicamente, es casi un prototipo de un moderno juguete sexual.


Pareciera que milenios de evolución tecnológica, siglos y siglos de formulaciones y reformulaciones, sólo han servido para enunciar el homínido en nosotros. Y todo este universo creado, el cual se traduce y concretiza en religión, filosofía, técnica, ciencia; así como en el subproducto de todas esas actividades -el mundo moderno- nos retrotrae irremediablemente a nuestros instintos básicos en consonancia a la condición biológica del animal. Es que el hombre viaja eternamente en un eje vertical, pero como el centauro, permanece anclado a la tierra desde donde intenta, infructuosamente, propiciar una ascensión hacia un arriba promisorio, donde intuye su salvación. Y este ser espiritual que somos, sigue destinado a tender puentes conectores con su pasado remoto donde presuntamente yacen, bajo una espesa capa de polvo histórico, las respuestas reservadas a informarle acerca de sus interrogantes fundamentales.

Resumiendo, ¿cuáles son las líneas divisorias de los disímiles comportamientos humanos, si es que las hay?, ¿dónde una función deja de operar y da paso a otra?, ¿dónde termina lo utilitario y comienza lo estético? ¿es utilitario lo estético? ¿en qué medida?, ¿cuales son los límites de las cosas?, ¿en qué punto empieza el rito?, ¿dónde la realidad se hace mito?, ¿cómo podrían definirse realmente tales límites? Y para finalizar ¿nos es dado esclarecer estas cuestiones fundamentales? ¿qué es el hombre?, ¿de dónde viene el hombre?, ¿a dónde va ?


17 de marzo de 2007